sábado, 27 de junio de 2020

LABERINTO DE COLORES Las Mesas de Cultura Crea


LABERINTO DE COLORES
Las Mesas de Cultura Crea

El Ministerio de Cultura decidió conformar unas mesas de trabajo sobre diferentes temas, supuestamente en respuesta a la constante y plural voz de las organizaciones y personas que nos dedicamos a las artes y a la cultura, que al unísono gritábamos “plan de emergencia” y que proponíamos una o varias mesas técnicas para enfrentar el impacto en la actividad artística y cultural ante la crisis del COVID 19.

Este proceso ha incluido nuestra presencia desde diferentes instancias y espacios de participación y organización, desde la libre asociación como ciudadanos, pasando por las consejerías y organizaciones gremiales y que pudo incluso llevar estas voces hasta el Congreso de la República. Todo esto en el contexto de que nuestro sector ya venía en crisis, agravada y profundizada con la puesta en vigencia de la ley naranja, inútil y contraproducente aún más durante la pandemia.

Fui invitado a participar de una de estas mesas, la de 
formación, pensaba yo, en mi calidad de Consejero Nacional de Cultura, pero luego, al conocer una carta de Presidencia dirigida a la Congresista María José Pizarro, constaté que era la UNA quien había incluido mi nombre. Recordé entonces que, aunque me había postulado como Consejero a formar parte del Debate de Control Político de la Comisión VI de la Cámara de Representantes a la Ministra de Cultura, junto con otros tres consejeros, mi nombre finalmente no fue incluido para participar de dicha Audiencia.

La gestión de la UNA hizo posible que participara de esa mesa y así lo hice, en medio de tantas dificultades que la pandemia nos ha traído, en lo social, en lo económico y en lo propio, incluida la entrega de uno de nuestros espacios en Cartagena, el Salón Recital, donde llevábamos parte de un programa de formación artística para niños y programación artística permanente y para el cual actualmente no poseemos recursos para seguir pagando el arrendamiento, a consecuencia de la pandemia.


La crisis es real, existe y por eso, la sumatoria de todas esas voces, llevamos ya tres meses tratando de que las administraciones de la cultura en el orden nacional y territorial asuman su responsabilidad con el sector, con la actividad artística y cultural, la cual no hemos detenido, mudándonos a las redes, incluso las de carácter presencial como condición fundamental. Pero sobre todo exigiéndole a los funcionarios de los gobiernos, nacional y territoriales, que asuman su responsabilidad con las personas que formamos parte de las organizaciones artísticas y más de las que no hacen parte de organización alguna, que ya viven en crisis humanitaria. Pero no ha sido suficiente ni nuestras propuestas de acciones ni las decisiones del gobierno.

Parte de la respuesta del gobierno son estas mesas que organiza el viceministerio de la economía naranja (el menos indicado para hacerlo) con el apoyo de la Universidad Jorge Tadeo Lozano a través de la Facultad de Artes y Diseño (como si no hubiera universidades públicas con quiénes hacerlas). Han sido llamadas “Cultura Crea: Encuentros para pensar el presente y futuro del ecosistema cultural y creativo” y han venido siendo desarrolladas desde el 9 de junio y terminadas el 26 del mismo mes.

Mientras que en lo que hemos estado insistiendo es en unas mesas que nos permitan enfrentar la emergencia y visionar la recuperación desde lo estructural, estas mesas de la Tadeo y el Mincultura, por su parte, lo que buscaban era “ideas innovadoras” con base en “una metodología de construcción colectiva basada…” (a su vez) “en el Diseño Sistémico…” (a su vez) “evolución del Desing Thinking”. “Esa vaina debe ser buena, porque es en inglés”, decía una vez el Maestro Alberto Borja en alguna de sus sátiras humorísticas.

Todo esto, supuestamente, en el marco de la visión del “Foco de Industrias Culturales y Creativas” desarrollado desde la Misión de Sabios. Ojo: este foco, esta visión sesgada, no lo propuso la Misión de Sabios. A ellos los pusieron a botar corriente sobre ese enfoque de las industrias culturales y creativas, pero el tema es claramente naranja y eso nos excluye a quienes tenemos una visión diferente y nos impone la del gobierno nacional, aunque la veamos equivocada y hasta funesta.

Participé de la mesa asignada porque estoy convencido de que no se puede desaprovechar espacio alguno para manifestar nuestras necesidades y propuestas y porque precisamente los espacios en los que participo son muy débiles por naturaleza jurídica. Participé a sabiendas de que esta nueva mesa venía con dos advertencias: “no llevar agenda propia” y “no ser vinculante”. Claro, para ellos nada que se aparte del paradigma naranja que nos quieren seguir implementando puede ser vinculante. Y por supuesto, cualquier agenda diferente a la de esta visión de las industrias culturales y creativas, que es la agenda propia del viceministerio de economía naranja, será neutralizada.

Así las cosas, las posibilidades de estas mesas, con las dos restricciones mencionadas, ya nacían muertas. O tan sólo se les otorgaba la vida que puede tener un cultivo en una cajita de Petri para poder decir que se hizo el experimento y seguir legalizando la implementación de la terrible economía naranja. O peor aún: las posibilidades que pueden brindar el campo de acción de un grupo de mus musculus del arte y la cultura perdidos en un laberinto de colores, sin saber a ciencia cierta que los Dédalos de la Tadeo tenían la misma intención del Minos-terio de encerrarnos a merced del Minotauro naranja de insaciable apetito al que llaman mercado, sacrificando las expresiones vivas de las artes y la cultura que no se amoldaran a su visión o peor, que la cuestionaran.

Al final del ejercicio me preguntaron los coordinadores qué tenía de innovadoras las ideas finales que yo allí había plasmado. ¿De innovador? Sólo una cosa: que las consejerías ciudadanas, que estas mesas, ¡incluso la mismísima Misión de Sabios! sean vinculantes. Una verdadera innovación sería que todos estos espacios tomen las decisiones que las artes y la cultura necesitan y no los tecnócratas ni los burócratas y mucho menos los que llegan a esos puestos para garantizar que se cumplan los intereses económicos sobre el patrimonio material y su especulación inmobiliaria, los intereses del sistema financiero en los cupos de endeudamiento y bonos naranja y muchísimo menos, para satisfacer los intereses en diezmar las muy diversas voces de las artes y la cultura contrarias a las políticas del gobierno de turno.

Porque ¿qué otra cosa sino innovadores hemos tenido que ser los artistas y gestores culturales para poder desarrollar nuestros proyectos, en el marco del presupuesto más paupérrimo de todas las carteras de cualquiera de todos los que nos han gobernado históricamente? Hemos sido más que creativos e inventivos. Hemos hecho milagros para mantener nuestra labor hacia la sociedad. Más no se nos puede pedir. Es hora de que sean ellos los que innoven y aporten lo que les toca por Ley y Constitución. Pero la economía naranja va en la otra dirección.

Un aspecto curioso: en la mesa que participé, el mayor volumen de problemas identificados, necesidades recurrentes, intereses y propuestas planteados, eran de orden político. Entonces sí, necesitamos cambiar la política, por innovadora que nos la quieran meter.

WILLIAM HURTADO GÓMEZ
Cartagena, Junio de 2020

martes, 23 de junio de 2020

Somos ecosistema ¡deprédennos!


Somos ecosistema ¡deprédennos!

El arte y la cultura pensados en función del turismo es un enfoque equivocado. El arte debe pensarse en su función principal que es la estética. La cultura debe pensarse en su función principal que es social, que es la identidad, la memoria y la expresión viva de los pueblos. La industria del turismo sólo piensa en la explotación que del arte y la cultura pueda aprovechar y desecha lo que no puede explotar. 

Venecia - Una joya en oferta | DW Documental - 2018 muestra la afectación ciudadana producto del turismo.

Esta visión naranja de un conglomerado industrial cultural y creativo rigiendo los destinos de qué "producen" los artistas o qué expresión cultural es "más productiva" y por lo tanto hay que invertir en eso que "produce" es la misma que ve al arte y la cultura como un "sector" y no como una realidad social, cultural, estética. No les entra por ningún lado la idea del oxímoron "patrimonio inmaterial" si no hay garantía de especulación en éste. Esta visión busca homogenizar todas las expresiones al mercado turístico y lo que se salga de ese formato, pues que deje de existir porque no sirve. 

Bayer y las abejas | DW Documental. 2020. Pesticidas de Bayer que usa la agroindustria extingue a las abejas.

Ahora manejan el eufemismo "ecosistema cultural". Concepto peligroso si vemos, por ejemplo, lo que hace la agroindustria con las abejas: si eres industrial y no vendes miel, no te importan las abejas y usas pesticidas que las mata, sin importarte tampoco que al morir las abejas, todo lo demás comienza a morir. 

Así, nos quieren hacer creer que somo "ecosistema". Débil palabra que frente a la poderosa idea de "industria" nos hace propicios a ser depredados. La historia nos ha demostrado que la industria depreda los ecosistemas porque los ve como "recursos". Los explota hasta agotarlos y si tiene la idea de hacer esos recursos "sustentables" no significa que el resto de los seres que habitan el "ecosistema" y que no son explotables, es decir, no son recursos y por lo tanto, desechables. Y no importa su pérdida colateral, como con las abejas.

Una vez fui a un pueblo que se llama "El Guamal". Estaba feliz porque iba a volver a comer guama, una fruta que hace rato no veía porque no tiene mercado, no es un "producto". Lo triste es que toda la guama había desaparecido del pueblo que se llamaba así por obvias razones. Ahora todo estaba lleno de palma de aceite. 

La industria del turismo desprecia al arte y la cultura que no le producen dinero. Y el peligro aumenta ahora que hay una política de gobierno que actúa como pesticida, una especie de agente naranja que ve como maleza todo lo que no sea "productivo".

A estas alturas quienes hemos expuesto esta visión crítica no dudamos que la economía naranja es un invento de un banco para tomar la economía creativa y cultural como pretexto y así ampliar el mercado bursátil: cupos de endeudamiento, bonos estatales, todo un festín.

La realidad es que la economía naranja en Colombia no ha fomentado ni las empresas ni la industria cultural. Se han gastado una gran cantidad de dinero en "formación" con "capacitaciones" inútiles en estos tiempos de pandemia, que no salen de los pseudoconceptos de "innovación" "emprendimiento" "autosostenibilidad" "reinventarse" y otras por el estilo.

Y a estos pseudoconceptos les sumamos los que ya vienen campeando desde hace tiempo: "gestor", "productor" o "creador" en lugar de artista. "Producto" en lugar de obra de arte. ¿Vamos a aceptar sin resistencia este paradigma, estos conceptos que nos quieren imponer desde la oficialidad?

Aceptar que ellos nos digan que somos "ecosistema cultural" sin detenernos a pensar lo que esto implica es decir inocentemente a la industria: "¡Ven, deprédanos!"

Ahora no hay turismo. Y durante un prolongado tiempo no habrá. ¿Qué debe hacer entonces este sector para sobrevivir? ¿Depredar los pocos recursos que pueda tener el Estado para la promoción y el fomento a la cultura, el estímulo a las artes? El afán de este barril sin fondo de apoderarse del patrimonio material y su especulación inmobiliaria parece ahora moverse hacia la cultura, a seguir con la manipulación y la mentira de que es el turismo lo que debe mover las artes y la cultura en Cartagena.

William Hurtado Gómez
Cartagena, junio de 2020

viernes, 12 de junio de 2020

Otrora y nuevos tiempos por Juan Rogelio Franco Hernández

Juan Rogelio Franco como Pedro Romero
Obra: 1811 Pregones en el Arrabal
de Carlos Ramírez Quintero
Otrora y nuevos tiempos 

por Juan Rogelio Franco Hernández
Cartagena, 12 de junio de 2020

El Gremio de los trabajadores de arte escénico, jamás nos caracterizamos por pedir, por pedir, (no somos mendigos) somos esa casta de trabajadores que vivimos para el arte dramático.

Siempre hemos sido propositivos, haciendo planes, programas, proyectos y propuestas para que nuestro trabajo artístico escénico se reconozca y para el desarrollo de la ciudad desde el arte. Y la cultura.

Cartagena de Indias sin arte y cultura desfallece.
Emilia Amor, Rodolfo Valencia, Robeto Ríos, Alberto Sierra, Carlos Ramírez, Alberto Llerena, Régulo Ahumada, Jaime Díaz, Carlos Alíes (entre otros), Fernando Pautt.
Hacemos memoria de una ciudad de resistencia como lo hemos venido haciendo desde hace mucho ya desde que tengo memoria, en 1973, cuando iniciaba en esto del Teatro, como aprendiz primero viendo lo que hacían, deslumbrado por; Un Carlos Alíes, Un Florentino Burbúa del Castillo, Un Jaime Díaz Quintero, Un Carlos Ramírez, Un Alberto Llerena, Un Roberto Ríos, Un Rodolfo Valencia Un Mariano Barbosa, Un Alberto Sierra Velásquez Un Regulo ahumada, Un Fernando Pautt, Un Honorio Posada. Como artistas analíticos, reflexivos, estudiosos, dialógico y crítico e investigadores. Antes de cada presentación o después de ella; reclamaban mejores condiciones para hacer su arte.

Hoy 2020 cuando más leyes nos protegen para el estimulo y el fomento de las artes escénicas: En el año 2020 cuando la pandemia nos castiga, y nuestro trabajo se diezma, pero sin perder la cordura de hacedores de arte escénico, trabajando desde el confinamiento, participando como consejeros, defendiendo los  aciertos  de la nueva dirección del IPCC,  todo por convocatoria,  eso está bien, pero también tenemos que ser críticos, reflexivos y analíticos y eso es lo que estamos haciendo, sabemos que en  esta administración les ha tocado bailar con la mas fea con corona infestada de mal,  que si te le acercas mucho te daña el baile, y entonces se trabaja desde el confinamiento, algo nuevo para todos, pero no solo el aislamiento, sino los vicios como ha venido funcionando el IPCC . Será una tarea ardua, muy dura reformarlo internamente.

Pero ahora que estamos tratando de una vez por todas que nos traten como artistas que somos. los de trayectorias como los nuevos que se asoman en este que hacer teatral, ¿qué sucede? 

"El IPCC Cartagena nos castiga con los montos más bajos de la convocatoria de estímulos al movimiento teatral cartagenero por haber sido el más incisivo en la exigencia de ser escuchados para implementar nuestras necesidades en el plan de desarrollo."
William Hurtado

Quiero dejarles esta visual de una obra de la compañía de Teatro Reculá del Ovejo; obra presentada el 6 de diciembre de 2019 con más de 35 artistas en escena entre tramoyistas, maquilladores escenografía y música, claro que nos apoyó el IPCC porque le hicimos la propuesta. 

Los artistas en Cartagena: músicos, plásticos, Danza de calle, en todas sus modalidades somos Cartagena “resistencia Heroica”
                                                                     Un ciudadano que se le dio por hacer Teatro
Juan Rogelio Franco Hernandez